Se dice que “etiquetamos” con mucha facilidad. Es cierto; es un vicio que, quizás, tengamos la mayoría, y, en muchas ocasiones, sin previo conocimiento de lo que se etiqueta, sino más bien por inercia o por oírlo en boca de otros. Terror es una palabra tremenda. Tremendo es cada asesinato que se realiza “por una causa justa”, tanto la que justifica un asesino de ETA (criminal, cobarde - como es habitual en este tipo de hechos- e injustificable para cualquier persona que aprecie la vida humana, el asesinato de Ignacio Uria) como la de un extremista apoyado en una religión para excusar tal vileza.
Pero también existe el terror estatal, el terror (al que
llaman “guerra”, al igual que el resto de los cobardes terroristas) que en
estos días, en este mismo momento, comete el Gobierno de Israel. ¿Cuándo nos
preocuparán estos hechos?, ¿sólo cuándo nos afecta directamente?, ¿por qué tuvo
que ocurrir la matanza del 11-M para que el pueblo de España saliera a las calles
(sin que nadie les invitara a ello, sino de forma voluntaria) y se volcara en las
urnas para imponer democráticamente su opinión con respecto no sólo a la matanza en los vagones
de los trenes de Madrid, sino a la política “tan prepotente” que estaba
llevando el Gobierno de aquellas fechas. ¿No estamos ante el mismo caso?.
Prepotencia, esa es una palabra que llevan a modo de corona de laurel muchos gobernantes de muchos [...]
Ayer día 28 mi abuela materna (la manchega) hace unos años nos dio su última inocentada: falleció. Siempre he pensado que fue de tristeza, de nostalgia. ¡Amaba tanto a su pueblo!, su casa con patio, sus vecinas y los corrillos en las tardes soleadas de invierno y en las de los veranos, al refugio de las altas paredes blanqueadas y con su banda azul añil, herencia de los antiguos mozárabes. De pequeña muchos veranos los pasábamos en La Mancha, en un lugar que siempre recuerdo: Quintanar de la Orden, aunque mi abuelo, que no lo era de sangre, le llamaba “del Desorden”. Pueblo grande en gentes y en recursos … pero con poca sombra. Es lo que más me fastidiaba de aquellos veranos: salir al pleno sol, fuera del “recinto amurallado del patio de mi abuela, siempre fresco y cálido a la vez” y encontrarme con la cruda realidad: las calles sin árboles, sólo la sombra de aquellas casas con algo de altura, ¡un infierno para mí, que me he pasado toda la vida con sombrero “como una inglesa” o cruzando de acera para ir de sombra a sombra!. Que el sol siempre me ha gustado, pero no que me “picara en la piel”. [...]
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una oscura noche de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Tengo la gran suerte de haber vivido una infancia muy, muy feliz. Rodeada de hermanos, primos y amigos con los que, a la salida del cole, jugábamos en mogollón. Cada día le tocaba a una casa darnos la merienda: bocadillo, ¡y a la calle!.
Nací en el mismo domicilio en que el que vivía mi familia, mi madre se empeñó. Yo era la segunda (según mi abuela tenía que haber sido niño) y, como con mi hermana mayor no había tenido una buena experiencia en el parto en el hospital, de ahí la decisión. ¡Pobre mía!, con mi hermana posterior, ¡volvió a parir al hospital!. Y la cosa no era para menos: ¡dos días de parto!. ¡Que nada, que parece que o estaba muy cómoda en el vientre de mi madre o es que era demasiado tímida!. [...]
Soy Sina, la responsable de este pequeño lío en el que ha metido a SINA_LU. Nací en Madrid y sigo viviendo en Madrid ("donde regresa siempre el fugitivo"). [...]
¡Qué remedio, hay que comentarlo!. Recupero un dibujo del genial Forges (quien, por cierto, en su página principal, rinde un hermoso homenaje a Joan Baptista Humet) que expresa muy bien ¡en dos palabras!, como un apartado de su web!. Hemos tenido unos inviernos "cálidos" y nos hemos mal acostumbrado. Ahora parece que nos toca un invierno más fresquito ¡y eso se nota con tan sólo asomar la nariz por la [...]
Celebramos los primeros pasos de la “red de las redes de la comunicación”*. Y también, por ello, nací yo: SINA_LU. Como tengo muy poca memoria (o muy volátil -a excepción del pequeño espacio bios que aún parece que retiene algo- no sé muy bien si estoy por cumplir los cuatro años o ya los tengo. En cualquier caso, he dejado de gatear hace poco y tengo las rodillas encarnadas de tantas y tantas veces que me caigo (y me seguiré cayendo) entre estos “hilos” que por camino intento continuar. Tan inexperta soy que, al concebirme, escribiendo el formulario con el bloqueo de mayúsculas, mi nombre se quedó “enmayusculado”, ¡y después me enteré que eso era como gritar!. Nada más lejano de lo que pretendo; el silencio y el susurro también a veces se buscan. [...]
Tampoco podemos olvidar a quien, también desde el escenario y con sus ideas y cantos luchó por la [...]