Ayer
fue un estupendo día para poder disfrutar del teatro en la calle, del
teatro en las salas. Me gusta el teatro, me gustan las artes escénicas,
las representaciones en vivo y en directo.
Madrid parecía una fiesta, ¡hay tantas obras, tantos artistas de los que disfrutar!.
Sin embargo el título del artículo no es un canto hacia el amor que
siento por el teatro, entre otros espectáculos en vivo. Es un canto a
mi vida, a la vida de los que me rodean, mejor dicho de los que me han
rodeado y quieren alejarse; aunque no puedan, porque pueden separarse
las ramas, pero siempre están unidas por el mismo tronco y la misma
savia.
La vida es teatro, mi vida ha sido un teatro en el que yo tenía un
papel. Pequeño, pero suficiente. Al salirme del guión, la camadería del
resto de los participantes en mi vida cotidiana, el amor fraternal,
prefirieron la distancia, el destierro.
Este blog tenía un posible cometido: una terapia para encontrarme, para
dejar atrás los años vividos en lo que ha sido una aparente armonía.
No supuse que el abrir el corazón, como se abre una lata hinchada de dolor, pudiera explotar con tantos sentimientos contenidos.
No quiero hacer daño. Creo entender el porqué del alejamiento de mis allegados. Me planteo si yo hubiera hecho lo mismo.
Por ello, porque debe servirme de ejemplo lo que no se ha de hacer
cuando hay tanto vivido, tanto compartido, tanto dado por nuestros
progenitores, por eso, no quiero obrar igual.
Mamá, viste el regalo que te hice a través del blog el día de tu
cumpleaños. Muchas veces me has dicho con sorna que "no quiero
enseñarte a usar el ordenador". La verdad es que no te interesa.
Me alivia saber que no leerás cosas previas. Debo, estoy luchando por
ello, cambiar de nuevo. Soy como un camaleón, pero para tí quisiera ser
siempre la misma: tu compañera de penas y alegrías.
No, no precisas de mí para vivir. Simplemente una madre no podría vivir
con el sufrimiento de la pérdida de cualquiera de sus hijos. Allí dónde
nos necesitas, corres, nos auxilias. ¿Cuántas veces has perdonado lo
que se te ha hecho de palabra y de dicho?. Pero una madre siempre
perdona. Yo no soy más que ellos tres, pero estoy a tu lado y nunca,
nunca te dejaré. Y he de ser algo más que una muerta viviente.
No es una condena, ¡pues eres tan vital, tan clara y tienes tanto amor
que dar!. Es un privilegio, ahora lo empiezo a entender. Debo seguir,
buscar la manera de devolverte las sonrisas que me regalas, de reír
contigo, de ser una buena compañera, una buena hija. Iremos de nuevo a
ver el mar y juntas, a la sombra, ¡por supuesto!, disfrutaremos del
vaivén de las olas. Volveremos a sumergirnos en baños de burbujas a
carcajadas como dos cómplices amigas. Me llamarás pesada cada vez que
te diga que vuelvas a posar para hacerte otra fotografía.
Mamá te quiero, te quieren ellos también, y eso no lo dudamos ninguna de las dos.
Mi personaje sigue siendo un personaje de reparto. Pero tiene un
hermoso papel. ¿Por qué me cuesta tanto reconocer lo que hoy hay en mi
vida?, ¡tengo que ser capaz de olvidar el lastre del pasado!. Perdóname
por no ser capaz de verlo por mí misma.
No hay que precipitarse, el tiempo pone todo en su lugar. Mi tiempo
llegará; ahora, lo que importa, lo que realmente importa, es que mi
tiempo es el tuyo.