El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero.
Este coge el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos.
[...]
Yo pisaré las calles nuevamente
Yo vendré del desierto calcinante
Yo unido al que hizo mucho y poco
Canción: "Yo pisaré las calles nuevamente" Autor: Pablo Milanés |
|
retornarán los libros las canciones
Un niño jugará en una alameda
Yo pisaré las calles nuevamente |
¿Qué fue primero, la
gallina o el huevo?
Había una vez una gallinita a la que desde pequeñita le gustaba coser. Tenía
muchas aficiones y una de ellas era la costura, algo que había aprendido observando
a la abuelita gallina y a mamá gallina desde muy tierna edad. Por eso, y por todo
lo que durante los años previos había acontecido, aquello que estuviera relacionado con sus
aficiones le interesaba. También se había educado en distintas escuelas nocturnas y pasito a paso, con gran esfuerzo, para aprender un oficio en el que se precisaba manejar máquinas, máquinas que le abrieron un camino distinto al habitual entre los miembros hembras de la comunidad y que, posteriormente, le mostrarían otro mundo hasta entonces desconocido.
Una vez, cansada y aburrida por no tener ya quehacer ninguno, se paró a mirar una máquina a la que llamaban “la caja tonta”. Fue un momento muy especial pues, desde hacía mucho, algo le interesaba de aquella máquina. Y se quedó a verlo, y rió, y se sintió tan bien que decidió ver al día siguiente lo mismo, al otro también, y así, se quedó prendida de aquel evento y hasta sintió de nuevo la curiosidad (una cualidad que tenía algo relegada) por averiguar detalles de aquel ser que le había despertado las ganas de usar la máquina, que en su oficio había utilizado, de nuevo.
Y entonces fue cuando descubrió un mundo mucho más interesante que en el que se sentía presa: la máquina, que hasta ese momento sólo había utilizado para realizar tareas propias de su trabajo, le posibilitaba aprender detalles de no sólo el evento, el ser que le hacía reír, sino que además podía intercambiar impresiones de todo aquello con otros gallináceos de lugares distantes, ¡incluso se permitía el lujo de hacer bromas respecto a cómo le gustaba el plumaje color berenjena que aquel ser usaba de vez en cuando!, haciendo referencia a un color que a ella le gustaba, como gallinita al fin y al cabo algo coqueta, para usarlo en su plumaje interior.
Un día, después de muchos jugando a ese juego, surgió un cambio y fue para bien. Otro gallináceo distinto a los demás destacaba por muchas cualidades y, la gallinita, siguiendo con el juego comenzado, continuó compartiendo juegos también con aquel nuevo compañero de pasatiempos. De igual manera, para la gallinita cada uno de los gallináceos eran como los alfileres de su costurero: valiosos por su cometido, y hasta tenía preferencia entre ellos al igual que prefería su alfiler especial de entre el resto.
[...]
Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual
ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez
nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien
ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom [...]
(y "Una décima de segundo")
Cuando el poeta es fragilidad, sentimiento
y es una vida. Y muchas vidas. Y un enigma.
Cuando el hombre es poeta y es Antonio Vega
y puede llenar estadios y mover las multitudes.
Y también puede sentarse, pausado, cercano,
en la escalera de un tablado. Sigiloso.
Y cantar, contar, susurrar como lo hace.
Como lo hacía, como le salía a él.
[...]